Mejor financiación, más autogobierno

Joaquín Palacín, presidente de Chunta Aragonesista

La nueva configuración del Estado permitió redistribuir, en un proceso inconcluso, el poder político a territorios que como Aragón mantuvieron a lo largo de la historia una personalidad propia, diferenciada, una voluntad inequívoca de querer ser, trasladada ahora a la toma de decisiones políticas.

Aprobar medidas con nuestra gente para nuestro territorio es un ejercicio de esencia democrática porque nos permite acercar la acción política a los problemas diarios. Un autogobierno aragonés como modo de avanzar hacia unas cotas mejores de libertades personales y como pueblo, con el interés puesto prioritariamente en corregir los desequilibrios territoriales y en lograr la deseada justicia social.

Ahora, en este cuarenta aniversario de la aprobación de nuestro Estatuto de Autonomía, tenemos, sin duda, un mayor poder político, contamos con instituciones propias como el Gobierno y las Cortes de Aragón, el Justicia o la Cámara de Cuentas, que, aunque lastrados por una insuficiencia financiera endémica, nos permite disponer de un sistema de servicios públicos esenciales, siempre necesitados de mejora.

Existen varias competencias pendientes de traspaso desde la última reforma estatutaria de 2007 y otras que ni siquiera se incluyeron en ese cambio, pero la clave de un futuro que ya es presente está en la capacidad financiera. Sin recursos económicos suficientes es imposible llevar a cabo, en condiciones dignas, las políticas a desarrollar.

El reciente informe de fiscalización de la Cámara de Cuentas de Aragón sobre el “Grado de cumplimiento de los ingresos del presupuesto de la Comunidad Autónoma procedentes de la Administración General del Estado. Ejercicios 2016-2020”, elaborado conforme a la petición reglamentaria del Grupo Parlamentario de CHA en las Cortes de Aragón, constata la insuficiencia en los ingresos presupuestarios para poder financiar todos los servicios públicos del estado de bienestar. Los datos del citado informe son contundentes y precisos. Se indica que en el último año prepandemia (2019) ya se observó en Aragón un déficit de financiación en los servicios públicos por habitante ajustado de 447 euros, “lo que supone una necesidad de 628 millones de euros adicionales del sistema para financiar completamente el gasto en dichas funciones”, encontrándonos con que del coste total que supone la prestación de los servicios esenciales el déficit representa el 17%.

Además, el problema, según se indica en el citado estudio, es estructural, ya que en todos los años se observaron similares niveles en esta carencia presupuestaria.

El actual sistema de financiación se estableció allá por 2009 y el principal factor del reparto recayó, lo sigue haciendo, sobre la población, por lo que Aragón está en inferioridad simplemente por tener menos habitantes. Este modelo debería haberse reformado en 2014, pero nadie, ni con mayoría absoluta, se ha atrevido a reformarlo, pensando más en los votos que en la calidad de vida de los aragoneses y las aragonesas. Cada día que pasa con esta fórmula de reparto Aragón pierde.

Ahora estamos inmersos en un proceso de revisión. Desde Aragón se han acordado cuáles son nuestras prioridades a la hora establecer un nuevo sistema. Es necesario dotar de un “mayor peso” a cuestiones como el envejecimiento de la población, la dispersión territorial o el factor superficie. Todo con el objetivo de ser más justos y obtener una mejor financiación. Siempre sin olvidar que nuestro Estatuto de Autonomía nos permite establecer un convenio bilateral entre Aragón y el Estado que nunca ha llegado a firmarse.

Pongamos nuestro empeño político, como fórmula para dotar de trascendencia futura la conmemoración de este aniversario y del propio Día de Aragón, en lograr una mejor financiación y profundicemos en las posibilidades de nuestro gobierno.

Baste recordar que en todas y cada una de las reformas estatutarias aprobadas anteriormente los partidos mayoritarios, con sede en Madrid, afirmaban sin rubor que “ya habíamos alcanzado el máximo techo competencial”. Los hechos y el tiempo desmintieron sus palabras, como ocurrirá cuando tengamos una nueva mayoría parlamentaria que considere tan necesario como imprescindible profundizar más en nuestro propio autogobierno.

Es nuestra opción política para cuidar mejor a nuestra gente y hacer de Aragón nuestra casa y paisaje, el mejor lugar donde vivir.



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