¡Salvemos las Altas Cinco Villas!

Isabel Lasobras Pina, Secretaria General de Chunta Aragonesista y diputada en las Cortes de Aragón.

Desde año 2011 son muchas, nunca demasiadas, las ocasiones en las que hemos transmitido nuestro rechazo al proyecto “Mina Muga” en las Altas Cinco Villas. Una explotación minera que consiste en la extracción de potasa, cuya bocamina estará en el municipio aragonés de Undués de Lerda y las instalaciones para su transformación se ubicarán en Sangüesa (Navarra).

Recientemente se ha conocido que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico del Gobierno de España había concedido ya el permiso para el desarrollo y puesta en marcha de esta explotación, que, aunque todavía no cuenta con las licencias municipales pertinentes y probablemente tendrá también un recurso de alzada, ha abierto las puertas a una multinacional extranjera para realizar la extracción del mineral a través de galerías subterráneas.

Desde el comienzo del proyecto se han ido denunciado, desde el propio territorio afectado, agrupado en la Plataforma Unitaria contra las Minas de Potasa en la Bal d´Onsella y la Sierra del Perdón, toda una serie de preocupantes cuestiones que ni han sido corregidas, ni aclaradas por el grupo promotor.

El visto bueno del Gobierno de España, imprescindible dada su condición de proyecto interterritorial, ha provocado más incertidumbres a un proceso donde se acumulan toda una serie de carencias y deficiencias en cuestiones tan esenciales como:

– La falta de transparencia del proyecto y de participación pública en el proceso, donde se han ido incumpliendo diferentes requerimientos demandados a la empresa.

– El fortísimo impacto ambiental y potencialmente peligroso al entorno, a cursos fluviales y acuíferos.

– La propia inviabilidad del proyecto económico.

– El aumento del tráfico pesado en la zona.

– El modelo insostenible y caduco contemplado, donde los recursos se extraen en Aragón para beneficio fuera de nuestro territorio.

De estas cuestiones genéricas pasamos a los ejemplos más concretos: Hasta en 16 ocasiones se ha tenido que presentar, por parte del grupo impulsor del proyecto, más documentos y nuevas adendas al proyecto de Mina Muga, tras haber recibido la Declaración de Impacto Ambiental (DIA). Sin embargo algunas de estas afecciones todavía están sin resolver, como el caso del denominado “backfilling”.

El material extraído, hasta un millón de toneladas anuales de potasa, será transportado, a través de una cinta hasta la planta transformadora. Posteriormente se devolverán los residuos sobrantes a Aragón, y, con el paso de los años, esas galerías volverán a llenarse con estos restos, con el potencial peligro para los acuíferos que podrían llegar a contaminarse.

Esta cuestión de los residuos sintetiza tanto la incoherencia como el impacto ambiental del proyecto porque, de un previsión inicial nula, se ha reconocido que habrá un depósito temporal que podrá ocupar hasta 37 hectáreas, más o menos una extensión de 37 campos de fútbol, por intentar hacernos una idea del tamaño que supone, con un máximo de 13,7 metros de altura, un edificio de unas cuatro plantas, (por utilizar otra imagen más visual), pudiendo albergar hasta 4,5 millones de toneladas de residuo. Eso es todo lo que nos quedará en Aragón.

Por otro lado, y es también una cuestión muy grave, se desconoce , al menos públicamente, las medidas a emprender para evitar todos los problemas generados por la explotación, como subsidencias y hundimientos, sismicidad y afecciones ambientales a los cursos fluviales y acuíferos. Hay que tener en cuenta que estamos ante una explotación minera a menos de 800 metros de distancia del pantano de Yesa, en fase de recrecimiento además.

Se contempla una inversión total sobre los 576 millones de euros, una cantidad muy importantes de dinero, sí, pero que solo va a beneficiar a muy pocos. Estamos ante un modelo económico tipo donde se extraen los recursos aquí pero el beneficio se va fuera. ¿A Aragón?, nada. Se habla de la creación de unos 800 puestos de trabajo directos en plena producción, pero en toda la zona apenas hay 4 personas desempleadas y, seamos realistas, la lógica los llevará a vivir a grandes municipios y ciudades navarras donde tienen cubiertos los servicios públicos básicos como centros educativos o sanitarios.

Veinte años es el tiempo estimado de duración de esta explotación y transcurrido estas dos décadas a las altas Cinco Villas le quedará un territorio devastado, una segunda Andorra post-minera. Ni siquiera salvaremos una generación.

Esto no es revitalizar, esto no es luchar contra la despoblación. Es un despropósito que afecta a un territorio muy castigado por embalses que inundan pueblos, por un campo de tiro cercano, por parques eólicos por doquier y ahora por una nueva explotación de minas.

No queremos este modelo de desarrollo económico, ni para las Cinco Villas, ni para Aragón. ¿Dónde quedan los objetivos de desarrollo sostenible que persiguen la igualdad entre las personas, proteger al planeta y asegurar la prosperidad para que nadie quede atrás?, ¿dónde quedan esas inversiones para un futuro limpio, verde y sostenible?, ¿dónde queda la economía circular, verde y el modelo de transición ecológica en beneficio del territorio? Con la vida de un territorio no se negocia.



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