Bioeconomía: un valor de futuro para Aragón

Isabel Lasobras, Secretaria General de Chunta Aragonesista (CHA) y diputada en las Cortes de Aragón.

La Revolución Industrial del siglo XVIII generó un cambio sustancial en el sistema económico, cuya consolidación se produjo en los siglos posteriores. Estaba basado, fundamentalmente, en la extracción de la materia prima, la producción masiva de los bienes, el traslado a los lugares de consumo y la consiguiente generación de residuos durante todo el proceso.

Este sistema de desarrollo ya no es sostenible ni para Aragón, ni para el mundo en pleno siglo XXI. Está muy alejado de las necesidades de nuestra realidad actual, sobre todo ante la amenaza del cambio climático causado por la actividad humana. Es necesario buscar, reformular las economías hacia unas nuevas pautas más sostenibles, con un uso responsable de todos los recursos.

La actual situación nos debería conducir a un cambio de paradigma, donde los principios básicos de la economía circular tienen que desempeñar un papel fundamental. Se trata de lograr toda una transformación, dando el paso desde una economía lineal a buscar con decisión un nuevo equilibrio entre las materias primas y los recursos, (como el agua o el viento). Hay que abordar la sostenibilidad de la producción y el consumo. En definitiva, se trata de alcanzar algo tan “complejamente sencillo” como es cuidar nuestro planeta, nuestro hogar.

¿Y qué podemos conseguir con este nuevo modelo? Diversas y variadas cuestiones: aumentar el empleo, reducir el uso de recursos, (ya que cada vez son más limitados, como muestran los indicadores ambientales, económicos y sociales), suprimir los traslados y transportes innecesarios, poner en valor lo propio, lo más cercano, con la consiguiente generación de economías locales para asentar población.

Un ejemplo concreto de una actividad específica que sirve para explicar lo que es el proceso de la economía circular: El proyecto Funguschain, financiado por la Comisión Europa, creado con el objetivo no solo de reducir los residuos, sino también de utilizarlos para productos ya existentes en el mercado.

Un dato revelador de cómo este plan de la UE sirve a nuestra vida cotidiana: Por cada kilogramo de champiñón cultivado, un 25% se desecha como residuo. El tallo del hongo, que no suele comercializarse, posee moléculas de alto valor proteico que puede ser utilizado para crear bolsas compostables para compra o basura, láminas de plástico para cultivos, jabones, aceites esenciales y alimentos multiproteicos para personas mayores.

Estamos hablando de un programa en el que participan hasta diez países europeos y empresas, entre la que se encuentra el centro tecnológico zaragozano AITIIP.

Esta cuestión es muy puntual pero también demuestra la posibilidad real de avanzar hacia un nuevo modelo económico. Disponemos en Aragón de recursos suficientes para ser referencia de éstos y otros proyectos para diferentes territorios, abriendo nuevas posibilidades de investigación.

Un proceso de cambio en el que nos debemos implicar: La puerta ya se abrió el pasado 30 de enero de 2020, donde el Gobierno de Aragón, el sector empresarial y diversas entidades se comprometieron a la consecución de los objetivos establecidos en el Plan de Acción por la Economía Circular en Europa, alineado con la Estrategia Europea de Crecimiento 2020 y la Hoja de Ruta hacia una Europa Eficiente en el uso de los recursos.

La bioeconomía debe conformar parte de esa prioridad de la agenda política. Aragón debe ser capaz de aprovechar nuestra ubicación geográfica, sus recursos naturales, de modo respetuoso con el paisaje, nuestra agricultura y ganadería, nuestros proyectos de I+D+I…

Este modelo de economía circular puede suponer la oportunidad esperada para un auténtico desarrollo sostenible de nuestro territorio. Una forma más de contribuir a vertebrar Aragón y de proyectar un futuro mejor para nuestra gente. Una fórmula distinta que abre nuevas ventanas de la economía a otras maneras diferentes de vida.



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