La brecha salarial tiene nombre de mujer

El 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, volveremos a hacer Historia. Una vez más, las mujeres unidas reivindicaremos nuestros derechos, por los que tanto lucharon nuestras madres y abuelas; y ahora deberemos implicar, en esta lucha, a nuestras hijas y nietas para conseguir una igualdad real aquí, en Aragón, y en todo el mundo.

Las mujeres debemos ser capaces de unirnos en la lucha y en el compromiso político, para conseguir un Aragón más feminista, más libre, más igualitario y sin discriminaciones.

Y es que el feminismo no es una moda, se ha arraigado en todos los ámbitos de la sociedad y no vamos a parar, no vamos a frenar hasta que las mujeres seamos libres para ser y decidir. Hoy debemos sentirnos fuera del terrible peso soportado durante siglos por unos valores autoritarios, basados en un machismo donde la desigualdad era explícita y no se cuestionaba. Las mujeres estábamos hechas solo para la casa,  para el cuidado del hogar y la familia.

Este año el mensaje de las diferentes coordinadoras feministas se centra en acabar con la brecha salarial. Una ruptura en las condiciones esenciales de igualdad que, lamentablemente, sigue existiendo. Los datos oficiales de la Organización Internacional del Trabajo así lo demuestran: las mujeres seguimos ganando menos que los hombres. En Aragón la  brecha salarial se sitúa en el 27%.

La propia estructura del trabajo explica estas diferencias: un “techo de cristal” que supone menos mujeres en altos puestos directivos y más precariedad en el empleo, ya que las mujeres accedemos a medias jornadas laborales para asumir la mayor parte de las tareas familiares y del hogar, como consecuencia de la falta de corresponsabilidad del hombre.

Sin ignorar otras cuestiones cotidianas que ahondan estas brechas salariales: las excedencias laborales y reducciones de jornada para los cuidados de las personas dependientes son demandadas mayoritariamente por mujeres, con la consiguiente repercusión en el salario. Además la situación provocada por la pandemia, según informes recientes, ha incrementado esta escalada de interrupciones en las carreras laborales de las mujeres para dedicarse a la atención familiar. Esta emergencia sanitaria ha dejado también al descubierto las graves carencias de salarios dignos en sectores profesionales muy feminizados: el del personal de los centros asistenciales de mayores.

Un parte importante de la brecha salarial también se explica por las diferencias en los complementos salariales, donde se evidencia que, ante el mismo trabajo, existe una menor percepción de ingresos por parte de las mujeres, según indican las organizaciones sindicales con base en datos del propio INE y de la Encuesta de Estructura Salarial. Las mismas fuentes destacan también que las mujeres hacen más horas extras, pero son menos pagadas que la de los hombres, lo que genera todavía más diferencia salarial.

Las mujeres con educación superior somos ya mayoría en el mercado laboral en todo el Estado y, sin embargo, no se refleja en el ámbito salarial porque seguimos ocupando puestos no acordes a nuestra formación universitaria.

Las diferencias salariales también existen entre el mundo rural y el urbano. Las mujeres que se han dedicado a la agricultura y a la ganadería, así como al cuidado de los mayores y menores, también sufren esta discriminación, lo que repercutirá en las pensiones de jubilación de las mujeres porque con menos salario, menor cotización.

Estas mujeres conforman un sector económico básico en los distintos pueblos y comarcas aragonesas, ya que junto a las que han conseguido desarrollar su propia carrera laboral en el medio rural (en áreas como la sanidad, educación, turismo o agroindustria) son clave para diversificar la economía.

Sin olvidar que las mujeres somos un factor decisivo para asentar y revitalizar los pueblos del territorio aragonés. Es evidente, sin mujeres no hay pueblos y sin servicios no hay mujeres, por lo que se necesitan más políticas sociales, comedores escolares y atención a la dependencia, para conseguir participar y permanecer en el mercado laboral. Así fortaleceremos nuestros pueblos en Aragón.

Por todos estos motivos este 8 de marzo las mujeres debemos volver a reivindicar nuestros derechos. Concienciarnos de la necesidad de permanecer juntas para combatir la brecha salarial. Exigir a todos los gobiernos que tomen medidas dirigidas a disminuir la actual brecha entre los salarios femeninos y los masculinos.

El fomento de la cultura de la igualdad es una cuestión de justicia social.

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