01 Oct Rubielos de Mora: acción, aventura y cine sobre ruedas
Javier Carbó Cabañero, Secretario Territorial de Chunta Aragonesista (CHA) en las comarcas turolenses
Salir de la autovía A-23 rumbo a Rubielos de Mora es como abrir los créditos de una superproducción de aventuras: la primera escena nos coloca en la A-1515, un tramo que conecta el pueblo con “el mundo exterior” y que parece diseñado por un director con gusto por la emoción y el suspense.
Curvas generosas, baches estratégicamente colocados y vistas panorámicas que podrían haber servido de storyboard para cualquier película de acción o documental natural. Aquí, conducir es interpretar un papel principal: esquivar baches mientras se contempla la belleza de los pinares y las montañas, todo en un plano secuencia que no admite cortes.
El tramo más crítico, de apenas dos kilómetros, merece un Goya o los Simón que nos son más propios: curvas cerradas, firme traicionero y baches que parecen diseñados por un Chomón moderno, amante del artificio y del efecto sorpresa. Cada giro es una escena donde se mezclan tensión, comedia involuntaria y la adrenalina pura de la conducción rural.
Pero entonces llega el gran giro de guion: la travesía del casco histórico de Rubielos de Mora. Aquí, la acción se intensifica. Camiones y vehículos pesados se convierten en extras de una película de acción, como si Buñuel hubiera decidido rodar un remake surrealista sobre la vida cotidiana de un pueblo de Teruel.
Los vecinos y vecinas se quejan de la sobrecarga de tráfico, pero ¿qué saben ellos de cine de aventuras rural? Algunos sugieren ideas radicales, como reforzar el firme o desviar los camiones. ¡Qué final más aburrido sería! La seguridad vial nunca debería arruinar un buen rodaje.
Y si hablamos de cine, Teruel siempre ha sido tierra de grandes creadores, llevamos el celuloide en nuestras venas. Y hay una película donde el viaje y el paisaje es la trama de la vida, ahí tenemos a “Sirat”, recientemente nominada a la gala de los Oscar, demostrando que las comarcas turolenses siguen siendo un codiciado plató de rodaje.
Esta película nos muestra que cualquier parecido con la realidad es deliberado, pero al verla, si no lo han hecho la recomendamos, las rutas, paisajes y emociones de su trama tiene su espejo diario en cada bache, cada curva, en cada camión de la carretera de Rubielos de Mora.
Así que mientras esquivamos obstáculos y disfrutamos del paisaje, podemos felicitarnos: No solo ofrecemos curvas traicioneras, tenemos historia, belleza y, sobre todo, cine sobre ruedas. Si el Gobierno de Aragón estuviera atento a la pantalla tendríamos el final que esta historia merece.