Violencia machista en Teruel: un problema estructural que exige respuestas urgentes

Javier Carbó, secretario territorial de Chunta Aragonesista en las comarcas turolenses

Los recientes datos sobre el incremento de denuncias por violencia machista en las comarcas turolenses son alarmantes y merecen una profunda reflexión.

Estamos ante unas cifras que suponen un aumento del 13% en el segundo trimestre de 2024, con 87 mujeres víctimas; una estadística que no podemos ignorar.

Lo más preocupante es que mientras la media en España de crecimiento de las denuncias es del 4,79% en Teruel ese porcentaje triplica la media. ¿Qué nos dicen estos datos sobre la realidad que estamos viviendo en nuestra sociedad?

Primero, los números son más que cifras. Detrás de cada una de estas 87 mujeres hay una vida marcada por el miedo, el dolor y, en muchos casos, la desesperación. La violencia machista no solo es un ataque a las mujeres, sino que es un reflejo de una sociedad que aún arrastra desigualdades profundas y la normalización de comportamientos violentos, como se nos pretende imponer desde las ideologías de la ultraderecha, pongamos que hablo de Nolasco.

No podemos seguir viendo esto como una “lacra social” ajena; es un problema estructural que nos afecta como sociedad.

Uno de los puntos más destacados es que solo el 5,7% de las denuncias fueron presentadas directamente por las víctimas en el juzgado, mientras que la gran mayoría (87,4%) surgió de atestados policiales. Este dato también revela otra realidad preocupante: muchas víctimas temen las consecuencias de hacer una denuncia por sí mismas o no confían suficientemente en las instituciones. El miedo a las represalias, la dependencia económica o emocional y la falta de una red de apoyo sólido son factores que contribuyen a esta reticencia. Si las mujeres no se sienten seguras o respaldadas para dar este paso, ¿qué estamos haciendo mal?, ¿qué están planteando de manera inadecuada por parte de los diferentes gobiernos con responsabilidades sobre esta cuestión?

No podemos pasar por alto la importancia de las medidas de protección y las órdenes judiciales que buscan proteger a las mujeres del peligro inmediato. Hasta doce se produjeron en este período en Teruel, ¿son suficientes para garantizar la seguridad de las víctimas? La respuesta, lamentablemente, es que no siempre. Las órdenes de alejamiento y las prohibiciones de comunicación, aunque necesarias, no pueden ser el único escudo. Se necesitan programas de rehabilitación para los agresores y un seguimiento más riguroso para garantizar que esas órdenes se respeten.

En definitiva, es lamentable el retorno de la violencia machista con una tendencia al alza en Teruel. Esto sugiere que las políticas públicas y los recursos destinados a combatir la violencia machista no están siendo efectivos. Las medidas desarrolladas hasta ahora no están alcanzando a quienes más lo necesitan, o bien se quedan muy cortas en su impacto preventivo.

¿Qué nos queda por hacer? Es hora de que la sociedad en su conjunto tome conciencia de que la violencia machista no es solo un problema de las mujeres. Necesitamos un cambio cultural que comience con la educación desde la infancia, promoviendo el respeto, la igualdad y las relaciones sanas.

Es fundamental un mayor compromiso por parte de las instituciones públicas, con recursos suficientes para la prevención, protección y atención integral a las víctimas.

Necesitamos romper el silencio. No podemos seguir permitiendo que el miedo y la indiferencia perpetúen esta tragedia diaria. Ni en Teruel, ni en ningún lugar del mundo.



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