Canfranc, vía de solución

Joaquín Palacín, presidente de Chunta Aragonesista

La línea ferroviaria internacional del Canfranc, que conecta Aragón con Pau a través de los Pirineos, representa más que una simple infraestructura: es un símbolo de conexión y desarrollo que ha estado inactiva desde su cierre en 1970.

La reapertura de esta vía es una demanda histórica de colectivos aragoneses y del otro lado de la muga que ven en ella una oportunidad para fortalecer las relaciones transfronterizas y fomentar una movilidad sostenible.

Recientemente, la S.N.C.F., la empresa pública ferroviaria francesa, ha marcado un nuevo hito al establecer un nuevo horizonte para la reapertura de la línea con un coste estimado de 450 millones de euros y con un plazo de ejecución hasta 2032.

Aunque esta noticia es alentadora, no está exenta de preocupaciones porque se considera que ocho años para un proyecto de adecuación de una infraestructura ya existente parece, en el mejor de los casos, una subestimación del potencial que este proyecto tiene.

El citado estudio francés sobre los servicios proyectados para la reapertura del ferrocarril internacional del Canfranc incluye hasta trece trenes diarios y dos de larga distancia entre Pau y Zaragoza, así como diez trenes de mercancías. La demanda por una mayor ambición en las conexiones es clara: es necesario, a juicio de CHA, establecer nuevas líneas de trenes internacionales, así como aumentar el tráfico de mercancías, lo que podría contribuir a transformar esta línea en un eje vital para el comercio y también el turismo.

A pesar de que la renovación del tramo ferroviario aragonés avanza con éxito, se espera que las obras entre Ayerbe y Canfranc finalicen antes de fin de este mismo año, es necesario que la parte francesa del proyecto se acelere.

Además, hay que ligar esta situación de las comunicaciones transfronterizas al reciente cierre temporal de la carretera RN-134 debido a desprendimientos en la zona del Somport, lo que subraya la urgencia de contar con una alternativa ferroviaria. Esta situación afecta a la movilidad diaria e impacta gravemente en la economía de los valles pirenaicos y de todas las empresas aragonesas que dependen de una conexión fluida.

Frente a este panorama, es crucial que el Gobierno de Aragón adopte un papel activo en la promoción de la reapertura del ferrocarril Canfranc. Es necesario coordinar esfuerzos políticos con las autoridades españolas, francesas, aquitanas y europeas para poder reducir los plazos de finalización anunciados y mejorar las previsiones de nuevos servicios en esta línea de tren.

La importancia de este ferrocarril no se limita a la conectividad local; su reapertura posicionaría a Aragón como un poderoso nodo estratégico en la red europea, facilitando el movimiento de personas y mercancías.

Defender la reapertura del Canfranc es una cuestión de conectividad, una necesidad para garantizar el derecho a nuestra movilidad, una solución estratégica ante los problemas de comunicación vial en la frontera.

La historia del ferrocarril internacional está lejos de haber terminado; por el contrario, es el momento de escribir otro nuevo capítulo donde la colaboración entre todas las partes involucradas sea esencial para convertir este sueño en una realidad palpable. La reapertura debe ser la vía para un Aragón más interconectado, sostenible y de futuro.



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