
18 Jun Cuando la política sirve
Isabel Lasobras Pina. Secretaria General de Chunta Aragonesista y Portavoz de CHA en la Comisión de Sanidad de las Cortes de Aragón
En un contexto político cada vez más enrarecido por el ruido, la crispación y el enfrentamiento permanente, resulta especialmente significativo que las Cortes de Aragón hayan aprobado por unanimidad, en mayo de 2025, la propuesta para la elaboración de un Plan Integral de Prevención y Lucha contra el Cáncer.
En tiempos en los que el consenso parece una reliquia, este acuerdo supone un acto de madurez política, una apuesta por la sensatez y la responsabilidad colectiva. Como advertía el politólogo Ignacio Sánchez-Cuenca, “el deterioro de la política democrática se acelera cuando el conflicto se convierte en un fin en sí mismo”. Por eso, cuando todos los grupos parlamentarios logran dejar a un lado sus profundas diferencias para defender una causa común, como es la lucha contra el cáncer, se está enviando un mensaje claro a la ciudadanía: que sí es posible hacer política útil y centrada en las personas.
Pero este acuerdo no es solo simbólico, ni se trata de una declaración vacía. Estamos hablando de una hoja de ruta concreta que plantea objetivos ambiciosos y profundamente humanos: reducir la incidencia del cáncer, aumentar las tasas de supervivencia, mejorar la calidad de vida de las personas, afectadas, acompañarles —junto a sus familias— en todo el proceso de la enfermedad. El plan, además, aborda el cáncer desde una visión integral, que va más allá del tratamiento médico y pone el foco también en la prevención, el diagnóstico precoz, el apoyo emocional, la rehabilitación y la atención paliativa. Porque el cáncer no es solo un problema sanitario: es también un fenómeno que impacta emocional, social y económicamente, especialmente entre los sectores más vulnerables de la población.
Por ello, esta estrategia contempla medidas como la dotación de recursos públicos suficientes, una planificación eficaz, el refuerzo de la atención primaria, el impulso a la investigación biomédica y la participación activa de todos los agentes implicados: desde las asociaciones de pacientes hasta los profesionales sanitarios, pasando por entidades como la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), cuya experiencia ha sido clave en la elaboración de esta propuesta. Solo desde una visión coral, compartida y comprometida con la salud pública se puede abordar con garantías una enfermedad tan devastadora y compleja.
Además, no podemos olvidar el impacto emocional del cáncer. Un diagnóstico no solo afecta al cuerpo: sacude el ánimo, altera la rutina, desestabiliza los hogares. De ahí la importancia de reforzar los servicios de salud mental, el acompañamiento psicológico, las terapias de ejercicio adaptado y la rehabilitación física, aspectos contemplados en el plan y que resultan fundamentales para una atención verdaderamente integral. La calidad de vida no puede ser un lujo: debe ser un derecho garantizado, especialmente en los momentos más difíciles.
Ahora, el siguiente paso es que el Gobierno de Aragón asuma esta propuesta del Parlamento y la ponga en marcha cuanto antes. Porque frente a la parálisis política o el enfrentamiento inútil, esta iniciativa demuestra que otra forma de hacer política es posible. Una política que no se pierde en debates estériles ni en disputas partidistas, sino que se pone al servicio del bien común. Si la política no es capaz de mejorar la vida de las personas, ¿entonces para qué sirve?