Del Aragón rural al Aragón cosmopolita


Luis Javier Egea Bezunartea, alcalde de Isuerre

Soy un alcalde de un pueblo pequeño, Isuerre, únicamente 30 habitantes, y bajando. Para los que piensen lo contrario, supone mucho, mucho trabajo y sin fotos diarias en la prensa o RRSS. Lo hacemos por amor a nuestro pueblo y por amor al mundo rural, su conservación y perpetuación. Sepan que el país entero depende mucho más de lo que se cree del mundo rural y habría mucha tinta que gastar dando luces a esta frase. Escribo para fijarme en un par de cuestiones que están de actualidad en España, por desgracia.


Por una parte, el mundo rural es parte indivisible de la España verde, de sus montes y bosques, de praderas y campos de cultivo, y si se queman los bosques y montes, se queman con ellos los pueblos y por ende, se quema el corazón de todo el país. Aunque desde las ciudades estén tranquilamente viviendo, haciendo su vida, mirando en las RRSS como se quema el alma y dando un “like” o enviando un emoticono triste. Deberían darse una vuelta los que manejan el barco, y no me refiero a venir cuando ocurre algo gordo (DANA, incendios, temporales…) sino cuando no ocurre nada, porque tenemos mucho que contar desde nuestra silla de anea. Para empezar les diríamos que bajen las orejas y sean más humildes; les explicaríamos que los incendios se evitan durante todo el año, no solo en verano; se evitan trabajando directamente en la limpieza, con los agentes forestales y cuadrillas de bomberos y retenes forestales, en extraer la madera con cabeza; se evitan teniendo las pistas y caminos practicables y se evitan impulsando ganadería extensiva que limpian el monte, y no tantas granjas extensivas que apenas atraen puestos de trabajo y sólo contaminan los acuíferos;
haciendo balsas de agua, una en cada pueblo y no pantanos que desertifican y despueblan. Y todo ello, en pueblos pequeñitos como el mío, sin prácticamente recursos económicos, es imposible, pese a que queramos atraer a gente, es una lucha titánica y aquí llega la segunda cuestión: la financiación local, pensada para ciudades grandes y con recursos.


Vengan a dar una vuelta y conocer el mundo rural de verdad y las necesidades y dificultades que tenemos. Es cierto que llegan subvenciones, contadas y fijadas para lo que ustedes creen que es mejor, pero a veces dista bastante de la realidad. Están dando turrón duro a personas sin dientes. Para empezar, en estos ayuntamientos con un alcalde y un secretario como único cuerpo de gobierno, la burocracia para poder optar a una subvención es enorme, larga y farragosa y para cuando se entrega toda la documentación, y en el mejor de los casos no necesitas subsanar, te quedan unos pocos meses para el proceso de licitación pública (más tiempo), ejecutar y justificar, debido a que los plazos son muy limitados. Han de saber igualmente que una obra que en una ciudad como por ejemplo Zaragoza costaría X, en un pueblo alejado más de 100 km de una capital, donde a duras penas quieren venir empresas por no haber alojamientos, costaría X por 2 puesto que deben venir hasta aquí, se multiplica el transporte de materiales, alojamiento de obreros, traslado de residuos a puntos autorizados, etc. Favorezcan el trabajo local y su crecimiento.


En resumen, mirando concretamente a nuestra tierra que es Aragón, cuenten con el mundo rural, vengan a visitarnos y hablar cara a cara de las necesidades y proyectos que tenemos; únicamente lo hacen los diputados que piensan en Aragón como conjunto y no como un vacío con una ciudad grande en el centro; seguro que estas visitas les harían más afortunada la estancia en su sillón. Piensen con la cabeza, con sentido común y verán como la Ley de Financiación Local no es nada LOCAL, sino capital. Dejen que nos ocupemos de lo que entendemos: de montes, de ríos, tierras y animales. Aporten las ayudas necesarias mirando a los ojos a la realidad y cuenten con los recursos de que disponemos para poder ejecutar en los plazos prefijados. Sin duda con el tiempo, más gente querrá venir, menores serán las ayudas necesarias y menores serán los plazos de ejecución. En el mundo rural hay trabajo, hay ganas de prosperar y superar las dificultades, hay ganas de cuidar los bosques, montes y ríos; no pongan barreras, trabas y piedras en el camino, faciliten herramientas y vengan a comprobar que podemos y sabemos hacer.



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