18 Dic El centro museístico e investigador que Aragón no puede perder
José Manuel Latorre Martínez (Seve)
Portavoz del Grupo Municipal de Chunta Aragonesista (CHA) en el Ayuntamiento de La Almunia y Portavoz de CHA en la Diputación de Zaragoza
El pasado 30 de septiembre, las Cortes de Aragón, con la oposición del Partido Popular, aprobaron una iniciativa de Chunta Aragonesista en defensa del Museo de Juegos y Deportes Tradicionales de La Almunia de Doña Godina.
Se trata de una proposición no de ley que insta al Gobierno de Aragón a proteger un espacio único en Europa, con más de 600 piezas que narran la historia lúdica y deportiva de nuestros pueblos. Además, el museo alberga la sede administrativa de la Asociación Europea de Juegos y Deportes Tradicionales. Y, sin embargo, lo que debería ser un acuerdo indiscutible y ejecutado con diligencia amenaza con convertirse en otro ejemplo de promesas vacías.
Porque si algo debe quedar claro es que no se trata de un capricho localista ni de un proyecto menor. El Estatuto de Autonomía de Aragón protege expresamente los juegos y deportes tradicionales como parte del patrimonio inmaterial aragonés, una responsabilidad que también recoge la Ley del Deporte de Aragón. No hablamos, pues, de un lujo, sino de un mandato legal y político. A pesar de ello, las señales que llegan desde el actual Gobierno autonómico, presidido por el Partido Popular, apuntan a la inacción, al desinterés y a la tentación de dejar que el museo languidezca en el olvido administrativo.
La historia de este centro recuerda, en cierto modo, a la del tiro de barra aragonesa, un deporte que exige fuerza, técnica y perseverancia. Del mismo modo que el lanzador debe imprimir impulso y convicción para llevar la barra lo más lejos posible, el Museo de Juegos y Deportes Tradicionales necesita un apoyo decidido para no quedarse corto. No basta con sujetar la barra: hay que lanzarla. Y lo que vemos hoy es, más bien, lo contrario, un Gobierno que parece dispuesto a dejarla caer a medio camino.
Tras permanecer cerrado durante 18 meses, el actual equipo municipal del PP reabrió el museo el pasado enero, pero con un presupuesto reducido a una tercera parte del que recibía anteriormente: de 115.000 euros a apenas 38.000. Ese drástico recorte presupuestario certifica el abandono de su función investigadora y la pérdida de su papel como Centro Administrativo de la Asociación Europea de Juegos y Deportes Tradicionales. ¿Es así cómo se preserva un bien que debería ser una de las banderas de Aragón en Europa?
A esta situación se suma una novedad especialmente relevante: el propietario de las piezas ha comunicado al gobierno municipal un plazo de un mes para responder a una negociación directa que evite un proceso judicial destinado a revocar la donación realizada en la escritura pública de 27 de diciembre de 2016 por incumplimiento de las condiciones establecidas en ella. Además, reclama también las imágenes y textos de la exposición, que son igualmente de su propiedad. Una advertencia que no solo agrava la fragilidad del proyecto, sino que pone en riesgo la propia permanencia del fondo museístico.
La responsabilidad de la continuidad del Centro depende de la reacción positiva del Ayuntamiento de La Almunia que hasta la fecha no ha demostrado un gran interés y mantiene un desencuentro permanente con el propietario de la colección, sin la cual el centro investigador deberá cerrar.
La propuesta de CHA es declarar el museo bien de interés patrimonial, dotarlo de un presupuesto que garantice el cumplimiento de los objetivos iniciales, asegurar una gestión especializada y fomentar la colaboración con universidades y asociaciones. En suma, darle futuro. Pedimos lo que obliga la normativa aragonesa y lo que recomiendan organismos internacionales como la UNESCO, que insisten en la importancia de proteger el patrimonio inmaterial frente a la homogeneización cultural.
El Museo de Juegos y Deportes Tradicionales en La Almunia no es un simple contenedor de piezas antiguas; es un recordatorio vivo de que los pueblos no se construyen solo con grandes obras de hormigón, sino también con memoria, con juegos, con tradiciones compartidas. El riesgo es evidente: que el Gobierno de Aragón convierta en papel mojado lo aprobado en sede parlamentaria, algo que, lamentablemente, no sería la primera vez que ocurre. Pero en este caso la irresponsabilidad sería doble: por incumplir un mandato legal y por dar la espalda a una parte esencial de la identidad aragonesa.
Aragón no puede permitirse perder este pulso. El PP tiene ahora la oportunidad de demostrar que gobierna para todas las personas, no solo para quienes consideran que el patrimonio es un gasto prescindible. Esperamos que el Gobierno de Aragón actúe con diligencia con respeto a su gente y con la convicción de que proteger la memoria colectiva es una obligación. Y que lidere el refuerzo económico necesario para que la viabilidad del museo no dependa únicamente de la voluntad del Gobierno Municipal, que, de mantenerse la situación actual, podría acabar cerrándolo.