15 Jul La placa que colma el pantano
Javier Carbó Cabañero, Secretario Territorial de Chunta Aragonesista en las comarcas turolenses
Retomando aquello de la gota y el vaso, la reciente decisión de permitir la instalación de placas solares sobre embalses supone añadir un problema más a un territorio saturado de instalaciones para energías renovables como son las comarcas turolenses
Ahora habrá nuevas zonas amenazadas por este tipo de proyectos como por ejemplo en los embalses de La Estanca, en el Guadalope, en Alcañiz; Gallipuén, en el Guadalopillo (término municipal de Berge) y Cueva Foradada, en el río Martín (términos municipales de Oliete y Alcaine) o el propio Lechago, en el término municipal de Calamocha.
Desde CHA nos oponemos a esta iniciativa ya que presenta numerosos inconvenientes y riesgos.
La energía solar es crucial en la transición hacia un modelo energético sostenible, pero no cualquier ubicación es adecuada para su desarrollo. Los embalses, que cumplen funciones ambientales, sociales y económicas vitales, no deben ser sacrificados en aras de un progreso tecnológico mal planificado.
Los embalses acaban constituyéndose como ecosistemas complejos y frágiles que sustentan una rica biodiversidad. La instalación de placas solares flotantes podría alterar significativamente estos hábitats. La reducción de la luz solar que penetra en el agua afectaría la fotosíntesis de las plantas acuáticas y el desarrollo del fitoplancton, base de la cadena alimentaria acuática. Esta alteración puede tener efectos en cascada sobre la fauna acuática, incluyendo peces y aves que dependen de estos recursos para su subsistencia.
Además, los embalses actúan como reguladores del ciclo del agua y del clima local. Cubrir grandes superficies con placas solares podría modificar la evaporación del agua y, en consecuencia, la humedad y la temperatura de la región circundante. Este impacto podría tener efectos negativos no solo en la biodiversidad, sino también en las actividades agrícolas y en el suministro de agua potable.
Además los embalses no solo son esenciales para la biodiversidad; también tienen un papel crucial en el abastecimiento de agua, la agricultura y el turismo. En Aragón entero, muchas comunidades rurales dependen de estos cuerpos de agua para el riego de cultivos, el suministro de agua potable y la práctica de actividades recreativas como la pesca y el turismo acuático.
Instalar placas solares en estas áreas podría restringir significativamente estos usos. La reducción en la disponibilidad de agua para riego podría afectar la producción agrícola, ya de por sí vulnerable debido al cambio climático.
El turismo también se vería perjudicado. Las actividades recreativas como la navegación, el piragüismo y la pesca se verían limitadas por la presencia de estas instalaciones. Esto no solo afectaría a la economía local, sino también a la calidad de vida de los habitantes y visitantes.
Desde CHA, creemos vital que nuestras decisiones energéticas se basen en una evaluación integral de sus impactos y en el respeto por nuestros recursos naturales y comunitarios. Solo así podremos avanzar hacia un futuro verdaderamente sostenible y equitativo para todos.
En conclusión, nos oponemos a la instalación de placas solares en embalses y abogamos por alternativas que no comprometan nuestros ecosistemas ni el bienestar de nuestras comunidades. La transición energética debe ser una oportunidad para construir un modelo más justo y respetuoso con nuestro entorno, y no una excusa para sacrificar lo que nos hace únicos.