17 Dic Pediatría en Teruel: un mes de espera y una eternidad de paciencia
Javier Carbó Cabañero, Secretario Territorial de Chunta Aragonesista (CHA) en las comarcas turolenses
En el casco histórico de Teruel, conseguir una cita de pediatría se ha convertido en una suerte de prueba iniciática.
Las familias aragonesas ya no consultan la agenda para saber qué día les atenderán, sino la previsión meteorológica del mes siguiente, por si hay suerte y la atención llega antes del cambio de estación. Mientras tanto, la sorpresa no proviene de la rápida evolución de un catarro infantil, sino del asombroso deterioro de la atención primaria, que ahora parece medir su eficacia en unidades de tiempo geológicas.
Los responsables políticos del actual Gobierno han recibido quejas reiteradas de profesionales, familias y colectivos de Aragón. Que todo siga igual sugiere que la capacidad de escucha existe, pero la de reacción quizá esté todavía en fase de pruebas. Resulta difícil interpretar de otro modo que una espera de un mes para que un niño o una niña vea a un pediatra forme parte del funcionamiento “normal” del sistema sanitario. Si se pretendía instaurar un modelo de atención contemplativa, desde luego se está logrando.
No puede pedirse a las familias en Teruel que carguen con las consecuencias de una falta de planificación que convierte un servicio básico en un privilegio sujeto a plazos dignos de una lista de espera quirúrgica. Que se presuma públicamente de defender la sanidad pública mientras se permite semejante demora añade un toque somarda que ni la más aguda columna satírica habría imaginado.
El problema no es un mal día, ni siquiera un mal mes, sino un nuevo capítulo en una relación larga y conflictiva entre Teruel y la atención sanitaria pública que recibe. La acumulación de episodios similares revela una estructura que no falla de forma puntual, sino que lo hace de manera sistemática. Y, aun así, cada vez que surge un nuevo caso, parece que la sorpresa vuelve a encenderse en los despachos, como si nadie hubiera advertido previamente que la realidad insiste en repetirse.
Conviene recordar, por si alguien lo ha olvidado en medio de tanto papeleo, que la sanidad pública en Aragón no es un gesto de cortesía, sino un derecho. Y ese derecho exige planificación seria, recursos suficientes y un mínimo respeto hacia quienes dependen de él.
Ojalá la próxima vez que se solicite una cita no haya que revisar el calendario anual, sino simplemente la semana. Un avance modesto, pero en este contexto, casi revolucionario en Aragón.