Salvar la Lonja de Zaragoza, proteger nuestro futuro

Cristina Marín Chaves, secretaria de Cultura y Patrimonio de Chunta Aragonesista

La Lonja de Zaragoza no es solo un edificio; es un testimonio vivo de la grandeza comercial, artística y social que alcanzó la Corona de Aragón durante los siglos finales de la Edad Media y el Renacimiento.

Declarada Bien de Interés Cultural en 2002, su valor histórico y arquitectónico la convierte en un símbolo que trasciende a la propia ciudad. Protegida por la Ley de Patrimonio Histórico Español y la Ley de Patrimonio Cultural de Aragón, su conservación no es una opción ni una cuestión de gustos: es una obligación legal, pero, sobre todo, un deber moral hacia las generaciones presentes y futuras.

Desde Chunta Aragonesista, venimos impulsando, junto a Compromís en el País Valencià y Més per Mallorca en Illes Balears, una iniciativa que mira al futuro con ambición y responsabilidad: lograr que las lonjas de Barcelona, Valencia, Palma de Mallorca y Zaragoza sean reconocidas conjuntamente como Patrimonio Mundial de la UNESCO. La Lonja de Valencia ya disfruta de este merecido honor, y las otras tres, de méritos sobradamente contrastados, aguardan el respaldo de esta candidatura interterritorial. La aprobación unánime de esta propuesta en las Cortes de Aragón demuestra que, cuando se trata de proteger nuestro legado, existe cierta capacidad de consenso político y social.

Sin embargo, esta esperanza se ve amenazada. El reciente anuncio del Ayuntamiento de Zaragoza sobre un proyecto de intervención en la Lonja está llenando de preocupación a sectores vinculados a la cultura y el patrimonio de la sociedad aragonesa.

Las medidas propuestas —compartimentaciones interiores, instalaciones técnicas agresivas, alteración del pavimento actual, elevando el nivel y cercenando la esbeltez de las columnas, además de cambiar el acceso a la calle Don Jaime— constituyen una grave amenaza. No solo incumplen las distintas cartas internacionales del restauro, sino que pueden poner en serio riesgo la esencia misma del edificio, un rasgo indispensable para mantener viva su autenticidad ante organismos internacionales como la UNESCO.

No podemos permitirnos frivolidades ni reformas caprichosas. La Ley de Patrimonio es tajante: solo se permiten intervenciones estrictamente necesarias para la conservación o restauración, siempre respetando los valores históricos, artísticos y ambientales del bien protegido. Cualquier actuación que desvirtúe la Lonja, que mutile su estructura original o que altere su percepción, supondría no solo un atropello legal, sino también un agravio cultural irreparable.

Como recordaba el inolvidable Emilio Gastón, primer Justicia de Aragón en democracia y firme defensor de nuestro patrimonio:

“La memoria de un pueblo se defiende como se defiende su propia dignidad.”

Hoy, esa memoria nos exige alzar la voz por la Lonja.

El Gobierno del Ayuntamiento de Zaragoza debería ser el primero en velar por la integridad de sus joyas patrimoniales, no su principal amenaza. Es urgente recordar que un monumento como la Lonja no puede ser tratado como un espacio disponible para modificaciones funcionales o estéticas al gusto de cada equipo de gobierno. Su conservación trasciende legislaturas y estrategias municipales; forma parte del alma colectiva de Aragón y, por ende, de todo el Estado.

Desde CHA hemos registrado una iniciativa parlamentaria en las Cortes de Aragón para exigir al Gobierno de Aragón una respuesta decidida: velar escrupulosamente por el cumplimiento de las leyes de protección patrimonial, rechazar de manera firme este proyecto municipal y actuar para impedir cualquier alteración indebida de la Lonja.

Este momento es decisivo. La Lonja de Zaragoza no es solo un edificio del pasado; es una puerta hacia el futuro que no podemos cerrar ni deformar por intereses efímeros.

Defender la Lonja es defender nuestra identidad. Es construir un futuro que honre nuestras raíces. Es, en definitiva, una cuestión de dignidad colectiva aragonesa.



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