25N: Erradicar la violencia machista, objetivo compartido

Isabel Lasobras, Secretaria General de Chunta Aragonesista y diputada en las Cortes de Aragón

La “Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, emitida por la Asamblea General de la ONU en 1993, la define como “todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”.

Expertas en la investigación de la violencia contra las mujeres, como Ellsberg y Heise, afirman que es frecuente en todo el mundo, atraviesa las nacionalidades, las fronteras raciales, étnicas y socioculturales. Esta violencia, según nos indican, adopta muchas formas, que dificultan la participación social de la mujer y compromete su bienestar. Y consideran que su tratamiento implica reducir la condición de la mujer y la dominación masculina en la sociedad.

Los datos objetivos son aterradores. A la fecha de completar este artículo, hasta un total de 37 mujeres han sido asesinadas por violencia machista, en lo que va de este año, en todo el Estado. 2021, último periodo completo del que disponemos de estadísticas oficiales, nos muestra que hasta 35.359 mujeres se inscribieron como víctimas de violencia. Víctimas todas ellas de los diferentes tipos de violencia machista existentes, que van desde la económica a la psicológica, también la emocional, la sexual y la violencia física.

Y hay un dato objetivo más, como evidencia oficial para desterrar los lamentables argumentos de los negacionistas de la existencia de esta violencia machista: Las condenas por denuncias falsas representan un 0,0069% del total de acusaciones presentadas entre 2009 y 2018.

Siendo conscientes del avance en la toma de conciencia social y política que se ha realizado en las últimas décadas, nos queda todavía por impulsar una ingente tarea para conseguir el objetivo compartido de erradicar la violencia machista.

Por todos estos motivos, consideramos necesario impulsar todas las medidas contempladas en el “Pacto de Estado contra la Violencia de Género”, valorar lo aplicado e ir actualizando programas y propuestas para garantizar que sirvan al planteamiento perseguido.

Es necesario, a modo de ejemplos de todas las políticas que se deben impulsar, avanzar desde los propios centros educativos, en todas las fases y para todas las personas, con planes para fomentar la igualdad. Debemos preservar también el derecho a recibir una atención integral encaminada a la completa recuperación de la víctima, con una asistencia médica, psicológica y jurídica especializada. Una atención y protección policial efectiva, con más medios y recursos judiciales, sin olvidar las políticas que le permitan recuperar y/o integrarse a estas mujeres en el mundo laboral.

Además, hay un fenómeno creciente que no debemos olvidar: la violencia vicaria, asociada a estas agresiones contra las mujeres, donde la infancia aparece también como víctima directa.

Estamos, por tanto, ante una de las acciones políticas que necesita de mayor transversalidad, en cuanto a las distintas responsabilidades de las diferentes administraciones del Estado. Se necesita de la cooperación institucional, dado que todos y cada uno de los gobiernos implicados pueden, deben colaborar, en la medida y función propia que le corresponda, para contribuir a alcanzar el objetivo perseguido.

Es evidente que necesitamos unas leyes sólidas, garantistas y dotadas con los recursos económicos necesarios, destinadas tanto a tratar de prevenir el problema como a condenar, con justicia y rigor, cuando ya se ha producido la violencia contra las mujeres. La herramienta normativa debería ser decisiva para acabar con todo este tipo de agresiones machistas.

De nada sirven ahora los reproches, la desunión entre quienes compartimos el mismo objetivo, sea por intereses partidistas o por unos meros cálculos electorales, tan fuera de lugar cuando abordamos este tipo de problemas sociales. De seguir esta vía, solo alentamos a quienes hacen del negacionismo su práctica política cotidiana, solo damos fuerza política a quienes no apoyaron con su voto unas mayores garantías para las mujeres.

Por este motivo, quienes compartimos el mismo objetivo, erradicar la violencia machista, debemos ser capaces de alcanzar un acuerdo político para conseguir todos y cada uno de los fines planteados por la legislación vigente. Acordemos y hagámoslo pronto, porque está en juego la vida de las mujeres.

Y para concluir, no sin antes hacer un llamamiento a sumarse, a sumarnos, a las múltiples actividades reivindicativas, que en pueblos y ciudades de Aragón, se están desarrollando durante toda esta semana con motivo del 25 de noviembre, queremos rescatar una declaración de Noor Ammar Lamarty, activista feminista de Tánger, quien explica, perfectamente, este mensaje compartido para Aragón y todo el mundo:

“No nos tapamos, nos tapan. No nos rendimos, nos oprimen. No aceptamos el maltrato, nos maltratan. No callamos, nos silencian. No cedemos, nos castran las fuerzas. No nos cansamos, nos anulan. No dejamos de luchar, nos encierran. No morimos, nos matan”.



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